POSADA JAMAICA (1939)
INTRO. Ultimísima referencia del genial Hitch antes de su salto transoceánico -vía Selznick- al país de la cocacola y los hermanos Marx donde pasaría las algo más de tres décadas siguientes, por lo tocante (al menos) a su trayectoria artística. Con el sinpar Laughton como maestro de ceremonias y una Maureen O'Hara empezando a hacerse nombre al timón, este drama de piratas persiste con encomiable mérito, por años le echen encima, merced a una serie de virtudes del caerse. Poco encontramos quizá, así de entrada, de los tics propios (y clásicos) de Sir Alfredo dado el motivo elegido para la ocasión pero, al tanto, que si empezamos a rascar, mirando más allá de buques atrapados en arrecifes y posteriores saqueos, ahí está ese tensar el clímax, ese poner información en manos del espectador que los personajes desconocen... Van cuadrando las cuentas, vaya. Y antes de continuar, que es de esas cosas que si uno se queda dentro se le abre la hernia, no dejen de ver/recuperar esa barbaridad, con la misma dupla protagonista aquí ubicable, del maestro Renoir llamada "Esta tierra es mía" de unos pocos años después.
SINOPSIS "PRESTADA". A principios del siglo XIX, Mary Yellan (Maureen O'Hara), una joven irlandesa huérfana, viaja a Cornualles (Inglaterra) para vivir en casa de una tía. Ésta y su marido, regentan la Posada Jamaica. Muy pronto, Mary se da cuenta de que ha entrado en una cueva de criminales que se dedican a provocar naufragios con el fin de saquear los barcos.
A FAVOR. Laughton con licencia para hacer lo que de la gana en un caramelo de papel protagónico más cabrón que todas las cosas... Y eso por si solo es reclamo más que suficiente. Como plasmaba en un comentario de una reciente entrada de la casa: el mejor actor habido en esto del cine para Hitch, Wilder y yo mismo (por si no se fian del criterio cinematográfico del otro par y tal)... Muy bien también esta novatilla en ciernes O'Hara que, poco menos, empezaba aquí una carrera repleta de títulos a rememorar. Por lo demás, un emblemático correcalles vodevilesco en clave "suspense-piratero" que oficia de rara avís del genio de la papada lo mismo que de más que notable ejercicio de cadencias perfectamente medidas (nunca se detiene, siempre a más el ritmo... fetén, vaya). Y, atención, que más allá del gran encanto de decorados (esto podría ser fácilmente recreado sobre tablas lo mismo que en celuloide) y caracterizaciones varias -excepto una sonada obviedad que ya veremos "en contra"- el Maestro no se puede estar de encajar ciertos elementos cómicos que terminan por otorgar al film una extraña aura de único a atesorar. Más estrambótica, menos formal y, sobretodo, más ligera que sus títulos más -comúnmente- recordados, ésta por puntuales momentos desbordada "Jamaica Inn" pasa por encima de todo sin demasiados problemas gracias al buen hacer de dos señores británicos más bien orondos y feuchos (y sin prácticamente par en su arte, ambos dos, en la historia del medio que nos ocupa) y que, por cosas del destino, se encuentran aquí con este film. Que el tono es muy vivaz, engancha fácil este film y sus diálogos están construidos de narices (desde luego que todo ello y más) pero, creo es de justicia recalcar, con esos dos monstruos todo es más fácil.
EN CONTRA. Está claro: las cejas de Laughton. No empaña su labor, imposible ello (que a este hombre le oyes pensar, caray). Pero esa cuasi circense caracterización despista y no poco a veces. E insisto que tiene también este film sus evidentes y muy bienvenidas dosis de humor (más bien negruzco y gracias precisamente a la labor del infame protagonista) pero asemejar al inolvidable monstruo escénico inglés en algo así como el hijo ilegítimo de Humpty Dumpty y Arlequín parece algo salido de madre... Lo mismo es una vendetta de Hitch, es posible... Recuerden lo de: "no trabajen jamás con niños, animales ni Charles Laughton... porque se roban todas la escenas".
CONCLUSIÓN. La menos famosa de la tres adaptaciones de Hitchcock sobre obras de Daphne du Maurier (las otras son "Rebeca" y "Los pájaros", nada menos) es, en verdad, un más que meramente notable título bastante reivindicado y recordado por "la parroquia cinera". No es para menos. Muchos matices, o muchos más de los que se ven a simple vista, para uno de los films más dinámicos del genio en todo su largo opus. Para la historia quedan pasajes de una fuerza visual tan extraordinaria como la secuencia del saqueo (casi en la apertura !) o la del "ahorcado salvado"... y por última vez ya -y con cejas o sin-, un personaje carismático, mezquino y absolutamente hijoputesco (que excusa por si solo la visión/revisión del film) brindado por un Laughton con licencia para matar que deja reposar de forma natural, sin esforzarse pareciera, el peso del film sobre su enorme e inabarcable oficio (y talento). Finalmente y para quedarme ya del todo tranquilo: más que ideal para una repanochante y bucanera doble sesión con "Los contrabandistas de Moonfleet" de Lang.
GUZZTÓMETRO: 8'5/10