¿VENCEDORES O VENCIDOS ? (EL JUICIO DE NUREMBERG) (1961)

INTRO. Tiene sus narices que algo tan fungible como "Adivina quién viene esta noche" sea el film por el que más suele recordarse al realizador Stanley Kramer. Incluso aquella tan desmedida astracanada a la carrera (vibrante y/o divertida según te pille, pero astracanada al fin) de "El mundo está loco, loco, loco" goza de mayor popularidad que el film que toca hoy. Sin embargo, nadie se engañe, la mejor y más contundente muestra del buen hacer del famoso cineasta neoyorquino tras la cámara residirá, por siempre, en ésta "Judgment at Nuremberg". Muy superior, al humilde entender personal, no ya a los otros films referidos hasta ahora (evidentemente), sino a las otras referencias con mayor enjundia que aparecen en el catálogo del autor: "Encadenados" (1958) y  "La herencia del viento" (1960) (lo mismo que a esa debilidad que me supone "El secreto de Santa Vittoria" de 1969 -ya en éste espacio abordada hace bastante tiempo-). No la liemos más aquí y basta referir, de momento, que estamos (y en la más pacata de las lecturas) ante un top-10 inamovible de los mejores films de juicios nunca habidos. Y con la boina, además. Tal que así es la cosa.

"SINOPSIS PRESTADA". En 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuatro jueces, cómplices de la política nazi de esterilización y limpieza étnica, van a ser juzgados en Nuremberg. Sobre Dan Haywood, un juez norteamericano retirado, recae la importante responsabilidad de presidir este juicio contra los crímenes de guerra nazis.

A FAVOR. Magnífica decisión lo de apostar, para el libreto on screen, por el mismo autor de la obra teatral (Abby Mann , quien por cierto iba a ganar el Oscar de marras al mejor guión adaptado por su labor). Se nota. Y mucho. Pues tanto escritor como realizador derogan, casi  por completo, el limitarse a colgar pasquines efectistas, practicando el ventajismo fácil del contentar la férula antinazi del gran público, sin más, para tratar (y a la postre conseguir) de plasmar varios de los distintos puntos de vista y situaciones que, agazapados tras tan horrendo capítulo de la Historia, se pudieron generar y, por infinita desgracia, se generaron. Ese rehuir, de forma ex profesa, los blancos y negros propios del maniqueísmo más simplista y recalcitrante es pues, sin duda alguna, el principal volante e intención de lo que se nos viene a relatar en las tres horazas de metraje aquí reunidas... Y que pasan de forma bastante fugaz, por otro lado (síntoma inefable del buen hacer desde la sala de máquinas). Mejor, partiendo de dichas premisas, procurar tener la mente abierta y entender que ante algo tan fatalmente extraordinario como fue el yugo nazi, las percepciones demasiado "aprioristas" pueden hacer que nos quedemos muy cortos o, al revés, nos pasemos demasiado de largo según sea a lo que atendamos de forma ya más prolija y concreta (quizá los hijos de puta lo sean más aún de lo que imaginábamos o, por contra, haya a quien se le abra por sorpresa el beneficio de la duda, más todo lo que en medio quede -siempre a colación de lo que aquí se nos enseña-... y aunque, por supuesto, cuñadismo habemus: "todo eso se sabe ya... que no deja de ser histórico"). Es desde ahí donde, está claro, podremos al fin disfrutar de un magnífico largometraje de los de "juicio y tentetieso". Por tan sumamente serio sea el tema por un lado, mientras que, por el otro, conseguiremos deleitarnos, no quepa mínima duda, con un casting coral (toda una especialización, o casi, por parte de Kramer) relleno de nombres famosos y a cual más tremebundo llegada la hora de ponderar sus aportaciones... Porque, y esto es quizá lo que más me agrada del film, esa pluralidad de roles tan diversa, con su correspondiente reparto de verdades y/o miserias particulares a cuestas, es de muy difícil pagar del todo. Quédense con quien prefieran: Tracy como juez pre-jublidado en uno de esos roles que nadie puede hacer mejor; un Richard Widmarck aparentemente contenido cuya contención explota esporádicamente para aplauso de sus fans (como quien suscribe); la Dietrich mostrando un derivado social determinado "post-holocausto", en el que rara vez se ha reparado en el medio y/o en la temática abordada; Lancaster como el flemático juez juzgado cuya tragedia se torna doble por la autoconsciencia final (y con magnífica bofetada de despedida ya tocando los títulos de crédito); Maximilian Schell como el resuelto y a veces acelerado (y media comprensión que le toca bailar con la más fea de todas en su rol) abogado defensor de los encausados; Judy Garland en su torturado testimonio, cuyo paroxismo acaba por despertar al "león dormido" del letargo; o, por supuesto, con éste Monty Clift, ya en sus últimos años y presa de varias adicciones (hasta el punto que su aportación se realiza en bastantes tomas y partiendo de la pura improvisación, con carta blanca del realizador, en gran medida) que pretende robarse el film de un zarpazo en apenas diez minutos de trabajo... Con quien quieran, vaya y me repito. Que es lo de caerse un barco en un crucero y darle al agua: acierto seguro. 

EN CONTRA. Muy difícil no perderse en concatenaciones subjetivas, con estos temas de por medio (ésta entrada bien pudiera ser perfecto ejemplo de ello, se admite sin problema). Pero, de verdad se lo aseguro, que el esfuerzo por evitarlo, -y de conseguirlo ni que sea parcialmente-, vale la pena y mucho... Que sean después, entonces, las consideraciones morales y denuncias de cada espectador particular... Primero disfrutemos del puro y duro Cine aquí ofertado. Que es mucho. Y me consta que es harto difícil, no se me escapa, porque más allá del alzamiento de los putos nazis y de lo que de él deriva, hay un debate aquí acojonante, y apenas soterrado, sobre legalidades de estado vs. justicias elementales que... Joder, ya estamos otra vez !... Pero es que tan lógico me resulta ello, de todas formas... Tan desgarrada es ésta historia (precisamente por ello, por ser "historia" -y señalarnos, por ende, con el dedo y empíricamente como la especie fallida que tan claramente somos a veces y a un nivel mucho mas allá del difícil digerir-) que, sin quererlo y de forma natural, desdibuja tanto algunos roles determinados (y aún por muy bien interpretados estén), como también, y ocasionalmente, otros aspectos de su facturación cinematográfica. Y da igual que, faltaría, esos aspectos sean presentados de forma irreprochable (se insiste porque es así). Es una batalla pérdida de antemano, por dura y pura comparativa tan natural como lógica. 


CONCLUSIÓN. Kramer sabía, en todo momento, que se tenía que sacar tajada del conocimiento general que se tenía (y tiene) del tema al estrenarse éste film, por obvias y todavía entonces recién cicatrizadas heridas (poco más de tres lustros pueden parecer muchísimo  tiempo hasta que reparas que en el otro platillo de la balanza lo que ejerce el peso es el término "holocausto", diáfano ello). Y es que: ¿cuál es/fue en realidad el grado de implicación del pueblo alemán "no amenazado" durante el alzamiento? ("es al pueblo alemán a quien se está juzgando aquí", que espeta en uno de sus fraseos Maximilian Schell -el otro "oscarizado" de la función-), no es sino una manera, poco sutil pero altamente efectiva, de preguntar a su vez al espectador: ¿hasta qué punto, realmente y partiendo de una premisa obvia de honestidad, nos la jugaríamos por poner en riesgo a nuestras vidas y familias por ayudar a un vecino de dos calles más abajo al que apenas conocemos?... Acojona realmente, a poco se analice. Y puede, incluso, que de repente ya no seamos tan gallitos, en este mundo de redes sociales y selfies... ¿Y los jueces? (los de la película y los que no, si se quiere, aunque mejor centrémonos en los primeros por acotar ni que sea)... De entre millones de víctimas (inocentes) asesinadas siempre habrá "una primera" (y como tan certeramente se nos subraya en la conclusión)... ¿Puede ahí el mero disfraz de la legalidad regida por intereses -más o menos oscuros al generalizar, y más oscuros que una noche sin luna ni día le aguarde para el caso nos ocupa- opacar la más evidente, epatante, cruda y repugnante de las injusticias? Pues, en efecto, es ahí donde tenemos el decodificador postrero para hacernos una opinión del episodio específico que en éste film se nos relata... Que los altos cargos nazis eran un atajo de genocidas, sádicos y deshumanizados hijos de la gran puta, no es algo ni que se planteé en él. Se da por obviado en todo momento y punto (aquí no hay nadie frivolizando, tornando fatal tragedia en efectista espectáculo... poniendo, no sé, piedrecitas en algún sitio al final de la peli o similar, por ejemplo). Lo único -se insiste- que puede achacarse a "¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg)" (amén de la innecesaria licencia a la hora de traducir título a la lengua cervantina por parte del hacha de turno), en definitiva, es que la empatía, -por parte de sus propios hacedores-, que se genera con lo que se nos explica fagocita en parte las puras y duras formas (ocasionalmente,  incluso, llega a acercarse al documental para algún pasaje). No por ello, y se insiste con mucha mayor vehemencia, debiera dejarse de disfrutar un tremendo ejercicio de Cine. Y de muy alto octanaje. Como el que sin duda se nos dispensa. 

GUZZTÓMETRO: 9 / 10

Comentarios

  1. Esta es una película que tengo pendiente.........pero es cierto lo que comentas. Se le recuerda más por esos otros títulos que por un film más serio como este.
    Un saludo

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    Respuestas
    1. Pues ahí quede tras la copia-pegamenta de turno (y tras cerrar un par de "pantallas-basura" que se abren, -dita sea-, eso sí): http://www.canalpelis.com/movies/vencedores-o-vencidos-el-juicio-de-nuremberg/
      Y saludos guzzeros !

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