CONSPIRACIÓN DE SILENCIO (1955)

INTRO. La carrera de John Sturges, caracterizada por westerns y films bélicos de amplio presupuesto (es el realizador de "Los siete magníficos" a modo ejemplo más popular), encuentra aquí su referencia más lograda y con mayor pulso cinematográfico, al menos en las siempre subjetivas cuentas de esta casa. Construida por completo sobre el volante del "pueblo pequeño, infierno grande" y no exenta de crítica para con el febrilmente endogámico sistema de vida que, incluso hoy, todavía impera en varios lugares de la geografía de la "deep America", "Bad Day at Black Rock" es un ejercicio de ajustada relojería on screen, muy altamente apreciable y sin apenas grietas a señalar.

"SINOPSIS PRESTADA". En 1945, un hombre con un solo brazo llega al desolado pueblo de Black Rock. Es John MacReedy (Spencer Tracy) y busca a Joe Komaco, un granjero japonés cuyo hijo le salvó la vida durante la guerra. El comportamiento de los vecinos es extrañamente hostil y grosero, y las preguntas de MacReedy sobre Komaco no reciben respuesta. Es evidente que ocultan algo, lo que despierta la curiosidad del forastero, que no está dispuesto a irse antes de averiguar el terrible secreto que esconde Black Rock.

A FAVOR. Hora y veinte clavada de oscura trama, en ritmo siempre creciente, para alcanzar éste  ejercicio de síntesis tan plausible como logrado. Sturges dispone una puesta en escena sobria y adusta a la par (sin estridencias medien) para apoyarse sin disimulo en un elenco -y personajes- sin margen de error y deja que la solidez argumental de la historia funcione por si misma sin jamás, importante y primordial matiz (que es lo realmente complicado al humilde entender propio), dejar sensación de abandonos o derivas. Spencer Tracy magnífico en su protagonista, siempre en esa cadencia que le es tan cara (a medio camino del espectador estoico y el carismático abuelete entrañable); el implacable trio de malvados Ryan-Marvin-Borgnine genera una inquietud y malas vibraciones casi palpables, ya desde su mínima y mera presencia; sin olvidar a esa Anne Francis tan hastiada del lugar y sus gentes; o, por supuesto, a Walter Brennan ejercitando un versión "muy libre" de lo que se espera del estamento que vela por la ley en el lugar... Por lo demás, se insiste, estamos ante un más que notable, sino directamente necesario, señalar sin contemplaciones un sindiós de miserias (extremas las veces) derivadas del estulto reduccionismo de miras y el odio gratuito más abyecto. Muy recomendable y más si -finalmente- sumamos, aún en una última ocasión, a todas sus bondades la tan ex profesamente ridícula disposición visual y mínimo tamaño del poblado donde transcurre la acción que, de alguna manera, nos retrotrae al tan cruel como inolvidable esperpento (por lo también patéticamente reducido del lugar en contrapunto al núcleo de pura maldad alcanzado) que, sin duda, Von Trier llevó al puro paroxismo para su maravillosa "Dogville" de tantas décadas después.

EN CONTRA. Realmente poco. Básicamente, cosas tan caprichosamente esporádicas como, por ejemplo, lo antiestético que se da en algún viraje semi-violento (o de mera pelea/escaramuza, en propiedad). En dicho apartado el sonrojante manotazo "karateka" de Tracy que se cruza por ahí en medio sólo es comparable a la controvertida coz burrera que Wayne nos regala en determinado momento de Liberty Vallance... (aunque, obviamente: otros tiempos / otros modos, tampoco debiera puntuar más allá de lo meramente anecdótico en justicia). El resto sería, no se dude, correr el riesgo de incurrir en contrariedades varias: no se puede aplaudir lo milimétrico del metraje y después, por la gatera, señalar la falta de épica que quizá se podría haber logrado con un desarrollo más espléndido en minutajes... Seamos consecuentes ni que sea por ésta vez, vaya.


CONCLUSIÓN. Magnífico, contundente y muy altamente recomendable film. Enésimo ejemplo, además, de que aunque se suela generalizar en algunos lugares (de forma harto somera, todo sea dicho) a aquellos 50's como una década perentoriamente adherida a las gigantescas superproducciones "cinemascópicas" (en lo que a cine estadounidense refiere), dicho decenio merece, por lo simple y llanamente heterogéneo, una consideración afín a la de sus dos más cacareadas y mejor consideradas predecesoras. Para mi puede que más, a decir verdad. Nunca, seguramente, se comercializó cine de tan alta calidad, tan variado y en tal cantidad desde aquellas latitudes... Y, por supuesto, aunque esta "Conspiración de silencio" no sea al fin "Sed de mal", "Centauros del desierto", "La noche del cazador", "Vertigo" o "Doce hombres sin piedad" -largo etc.-, es de esos films que ayuda a cuajar el guiso sin dobleces ni gestos a torcer. Y aunque no sea del Sturges mejor.

GUZZTÓMETRO: 8'5 / 10

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